Mostrando entradas con la etiqueta MÚSICA. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta MÚSICA. Mostrar todas las entradas

viernes, 11 de noviembre de 2016

MÚSICA y SALUD.

TMR




Un reciente estudio científico demuestra que determinados tipos de música reducen o incluso eliminan el stress en el Sistema Nervioso Central.

Determinados tipos de música, producen un efecto medible en la reducción del estrés y generan relajación del Sistema Nervioso Central. Con este estudio “The Effect of Music on the Human Stress Response” el equipo científico dirigido por Myriam V. Thoma, y Roberto La Marca acaba de demostrar que la música juega un papel importantísimo en la producción de reacciones biofísicas, generación y control de las emociones, induciendo a estados de relajación consciente.

El estudio fue presentado el pasado 5 de agosto de 2013 y ha sido recientemente publicado en abierto, exponiendo resultados que resultan claves en campos emergentes de investigación tales como la musicoterapia y otras alternativas naturales al tratamiento del estrés y otros desórdenes del Sistema Nervioso Central.

Para ello, se tomó una muestra de 60 mujeres sanas de una edad media de 25 años, y tras una inducción voluntaria a un proceso previo de estrés, se sometieron posteriormente a audiciones de diferentes tipos de música y se midieron los resultados biofísicos, salivación, ritmos cardiorespiratorios, etc…

Los resultados arrojaron datos relativos a modificaciones en los ritmos biofísicos y los valores arrojaron rápida recuperación del Sistema Nervioso Central y del sistema endocrino.



fuente/http://biotmr.com

miércoles, 24 de diciembre de 2014

Porqué se corresponden notas, con colores, olores, sabores, elementos,…etc..

En unos de los últimos cursos, a algunas de las personas que asistían les llamaba la atención que, en diferentes tradiciones o enseñanzas, desde la medicina tradicional china, hasta las matemáticas, pasando por las explicaciones metafísicas, existan correspondencias tan exactas entre diferentes cosas que parecen estar tan alejadas, como pueden o parecen ser un olor, un sabor, una nota musical, un color, un número, un órgano físico del cuerpo humano o un rayo gamma.

Todo tiene una explicación, y esta explicación está basada evidentemente en los procesos energéticos y componentes que forman absolutamente todo lo que existe. No hace falta recordar que un ser humano, una mesa, una flor, una nube o Venus, estamos hechos todos de energía, de partículas vibratorias, de componentes básicos nacidos del océano primordial de éter, simplemente en diferentes estadios de condensación, frecuencia y vibración. Es todo lo que hemos visto en los últimos artículos.

Grupos de vibraciones
El estudio de la materia y de la energía que el ser humano ha realizado a lo largo de su historia, ha conseguido medir, con mayor o menor exactitud, la frecuencia de vibración de los diferentes tipos de energía que somos capaces de detectar en nuestra realidad física. Si buscamos por Google los diferentes rangos frecuenciales en los que dividimos todo aquello que podemos observar, tenemos una clasificación del siguiente tipo, ordenadas de mayor a menor:
Rayos Cósmicos – Van de una frecuencia de 1024 Hz hasta una frecuencia infinita indeterminada

Rayos Gamma – Comprendidos más o menos entre los 1019 y 1024 Hz
Rayos X – Aproximadamente entre 1016 y 1019 Hz
Rayos ultravioletas- Comprendidos más o menos entre los 1014 y 1016 Hz
Espectro de colores visibles- Aproximadamente en un rango de frecuencias de 1014 Hz
Infrarrojos – Entre 1012 y 1014 Hz
Ondas caloríficas – Entre 1011 y 1012 Hz
Micro-ondas- Aproximadamente entre 108 y 1010 Hz
Ondas de radio- Funcionan principalmente en frecuencias de 104 y 108 Hz
Ultrasonidos- Aproximadamente 104 Hz
Ondas sonoras audibles por el oído humano- Entre 101 y 104 Hz
Olores, Sabores – Entre 10 y 100 Hz principalmente
Infrasonidos- Por debajo de 10 Hz
Materia física- Por debajo de 10 Hz

Dentro de esta escala anterior, cada grupo de vibraciones tiene una estructura “musical”, siguiendo la ley de las octavas, de forma que, tanto si hablamos de rayos gamma, como si hablamos de los olores, las frecuencias y energías que los componen existen en niveles diferentes de vibración siguiendo la estructura de notas del DO al SI, donde el DO es el nivel más bajo en vibración dentro de esa octava, y el SI el más alto. Dentro de cada grupo, puede haber muchas octavas, a priori, según algunas enseñanzas, hasta 144 sub-octavas dentro de cada macro-octava o división de la escala anterior.
Misma nota, mismas características

Sin embargo, como todo sigue el mismo proceso fractal y repetitivo, las características del “DO” de la escala de olores, tiene correlación con las características del “DO” de los colores visibles, también con las características del “DO” de las ondas sonoras, igual que con las de los elementos de la materia física, con la octava de elementos químicos, con la octava de los sabores, etc., etc. Así, pasa igual con las otras notas, aquello que resuena como “RE” en la escala de infrasonidos, tiene correlación con aquello que vibra en “RE” en la escala de las micro-ondas, de los ultravioletas, de los sabores, de las ondas sonoras, de los órganos del cuerpo humano, de las fuerzas de la naturaleza, etc., etc. 

Espero entendáis la idea. De aquí, uno puede, o podría, si relaciona y hace las correspondencias adecuadas, entender porqué, por ejemplo, el órgano físico que sea se relaciona con la nota musical tal, el olor tal, el sabor tal, la emoción esa, el mineral ese, el color este, el número no se que, o la vibración aquella (no estoy dando ejemplos concretos porque lo que quiero es explicar el mecanismo del porqué de la asociación). Simplemente todo lo que se encuentra en la misma posición de su escala vibratoria y octava correspondiente está relacionado con el mismo nivel del resto de octavas que componen nuestra realidad.

Puesto que, por ejemplo, un órgano físico en la octava de vibración que corresponde a los órganos del cuerpo humano está asociado a la nota X, todo lo que en las otras octavas de otros grupos y conjuntos de ondas (sub-octavas) esté asociado al mismo nivel que esa nota ( el FA de distintos tipos de materia, con el FA de los infrasonidos, con el FA de los olores, con el FA de los sabores, con el FA de los colores visibles, con el FA de las ondas sonoras, etc., etc.) podrá ser usado como instrumento para influir en el órgano, ya que, por resonancia, por armónicos y por las características de cada elemento dentro de su octava particular, ese color, olor, energía, nota musical o tipo de materia tiene las mismas propiedades complementarias que el órgano físico en cuestión, simplemente en diferente estado de vibración y composición energética.

Así, espero que ahora ya será más sencillo entender todas las tablas de correspondencias que existen en múltiples disciplinas, en mi caso, evidentemente, en el caso de las terapias energéticas, pues entendemos porqué cosas que a priori parecen tan dispares por pertenecer a ordenes de manifestación distintos, son aplicables y complementarias entre si y podemos usarlas para que se influencien unas con otras y nos ayuden según lo necesitemos.

Autor/ David Topí

sábado, 27 de julio de 2013

La música es medicina: sobre las propiedades medicinales, comprobadas, de este arte.

Un extenso análisis de 400 estudios científicos, postula a la música como una de las más grandes herramientas medicinales que tenemos; ojalá esto detone una nueva era médico-musical. 


music-on-the-mind1

Hace unos 2500 años, Platón advertía que “La música es una ley moral. Dota de alma al universo, de alas a la mente, permite a la imaginación volar, da encanto y alegría a todas las cosas, a la vida misma”. Pero entre las bondades que adjudica acertadamente a este arte, uno de los grandes iniciados de la antigua Grecia olvidó mencionar que también, como dice el viejo adagio, la música es medicina.

Recientemente publicamos una serie de beneficios que la música aporta a nuestra mente, entre ellos mitigar la ansiedad y acentuar la alegría. Sin embargo, de acuerdo a un nuevo análisis de 400 reportes científicos anteriores, el cual realizaron psicólogos de la McGill University, en Canadá, parece que hoy tenemos argumentos contundentes para postular a la música como una efectiva herramienta de sanación.

Curiosamente, al menos desde que el hombre tuvo acceso a reproducir música con cierta autonomía, supongo que mediante el fonógrafo,  la música ha sido uno de los medicamentos que mayor auto-prescripción han inspirado. ¿Cuántos de nosotros no recurrimos cotidianamente a incentivar o matizar un estado anímico, para calmarnos o para excitarnos, dosificándonos con un cierto track para ello? Y si bien desde hace tiempo se emplean estímulos musicales dentro de contextos médicos, por ejemplo para favorecer la relajación o disminuir el dolor físico, lo cierto es que hasta ahora este era un recurso de algún modo ‘intuitivo’.

Las conclusiones obtenidas a partir de este extenso análisis fueron publicadas por Mona Lisa Chanda y Daniel Levitin, bajo el título The Neurochemistry of Music

Los autores lograron identificar cuatro áreas médicas en las que la música puede servir concretamente:
1. Recompensa, motivación y placer: por ejemplo, ayudar a tratar desórdenes alimenticios.
2. Estrés: reducir ansiedad.
3. Inmunidad: fortalecer nuestro sistema inmunológico
4. Afiliación social: facilitar la construcción de lazos afectivos y la cooperación.
Dichas áreas están conectadas con sus respectivos sistemas primarios neuroquímicos: dopamina y opiáceos, cortisol, serotonina y oxitocina.


images
Entre el acervo de estudios que determinaron diversas bondades neuromusicales, Chanda y Levitin reportan, por ejemplo, quince estudios que prueban que la música relajante reduce la presencia de cortisol (la hormona que produce el estrés) en las personas. También citan otra investigación que confirmó que participar en sesiones colectivas de percusiones revierte ciertos efectos del envejecimiento. Pero tal vez el más preciado ‘re-descubrimiento’, es un estudio donde se prueba que aquellos pacientes que escucharon música placentera previo a recibir una cirugía mostraron menores niveles de ansiedad incluso frente a aquellos pacientes a quienes se dosificó Valium en circunstancias similares.

Esto último sugiere la posibilidad de que la música se consolide como una herramienta terapéutica en sustitución de las decenas de fármacos que en la actualidad se consumen masivamente (anti-depresivos, ansiolíticos, etc), eludiendo así los efectos secundarios de estas sustancias y evitando que familias desembolsen sistemáticamente dinero para surfear el ánimo en esta era de la post-post modernidad.

Creo que el gran valor de este análisis que repasa cientos de estudios sobre la relación entre mente y música, es que no solo atrae nuevamente el reflector a las virtudes terapéuticas del ‘arte del sonido’, sino que realmente podría inaugurar una era de medicina musical, en la cual este instrumento se adopte no solo como complemento, sino como un elemento protagónico en distintas circunstancias y procesos médicos.

Desde hace varios años abandoné relativamente el hábito de escuchar la radio. Mi argumento ha sido que, al reconocer una significativa influencia de la música en mi estado de ánimo, era absurdo legar esa responsabilidad a un tercero. Los días melancólicos en los que quiero penetrar aún más ese estado, entonces recurro, por mencionar un ejemplo, a música de Cocteau Twins o las suites para chelo de Bach. En cambio, si lo que quiero es hackear esa tendencia anímica, para envolverme en un animo proactivo, entonces me receto algo más en la línea de Violent Femes o incluso el Papua Nueva Guinea, de FSOL. Si la premisa es la oneironáutica, me incentivo con algo como Casino Versus Japan, y si lo que necesito es una sanadora instrospección entonces me voy por algunas piezas de dark ambient. Para nutrir la noche con ligereza despierta prefiero el jazz, tal vez Coltrane, si se trata de invocar lucidez entonces opto por Biosphere o  los selectos trabajos ambientales de Aphex Twin, pero si lo que necesito es, en cambio, un poco de arrojo nihilista, entonces no dudo hacer sonar a Velvet Underground. 

Independientemente de tus gustos musicales (supongo que la mejor es la que más te gusta), el punto es aprovechar, pragmáticamente, las virtudes de la música como herramienta de modulación anímica, ejercicio que ahora ha sido re-confirmado por la ciencia, y que en la práctica ha resultado siempre deliciosamente efectivo.  


Twitter del autor: @paradoxeparadis / Javier Barros del Villar 
fuente/Pijamasurf
 

lunes, 21 de enero de 2013

Superando el transtorno bipolar. Orquesta de músicos con trastorno bipolar.

Ronald Braunstein comenzó su carrera musical en el prestigioso conservatorio de Nueva York, Juilliard School, y fue aprendiz de la orquesta filarmónica de Berlín.

Pero su vida como director fue una mezcla de notas altas y bajas. Fue en ese momento que Braunstein fue diagnosticado con trastorno bipolar, una enfermedad que no fue entendida por sus compañeros.

Braunstein se sintió discriminado, por lo que cambió de auditorio para ayudar con su talento a otros.

Conozca en el siguiente video su historia al frente de una orquesta con músicos con trastorno bipolar.


fuente/BBC

domingo, 9 de diciembre de 2012

Los cerebros de los músicos se sincronizan unos con otros al interpretar piezas conjuntas.





Científicos alemanes constatan la existencia de una red intercerebral que emerge de la coordinación, también en otras actividades.

Cuando los músicos ejecutan una pieza musical con otros músicos, la actividad de sus ondas cerebrales se sincroniza, ha demostrado un estudio realizado por investigadores del Instituto Max Planck de Alemania. Según los científicos, la coordinación musical haría emerger pequeñas redes en los cerebros y entre los cerebros, que posibilitarían la alineación temporal de acciones. Un fenómeno similar había sido detectado ya en 2010, en este caso durante la interacción social. Por Marta Lorenzo.

Cualquiera que haya tocado alguna vez en un grupo musical o en una orquesta estará familiarizado con el fenómeno: cuando se interpreta una pieza de manera conjunta, el impulso de las acciones propias no proviene solo de nuestra mente, sino que además parece controlado por la actividad coordinada del grupo.

Científicos del Instituto Max Planck de Berlín (en Alemania) han demostrado que esto tiene un origen cerebral: cuando se interpreta una pieza musical en grupo emerge una interconexión entre las redes neuronales de los intérpretes, informa dicho Instituto en un comunicado.

Para analizar el fenómeno, los investigadores utilizaron electrodos con los que rastrearon las ondas cerebrales de guitarristas tocando a dúo. Asimismo, observaron las diferencias de la actividad cerebral de los músicos cuando estos estaban dirigiendo o, por el contrario, siguiendo la interpretación de su compañero.

De esta forma, pudieron constatar que, cuando los guitarristas tocaban a dúo, la actividad de las ondas cerebrales de ambos músicos se sincronizaba.

Conexión a pesar de las diferencias

Pero la investigación de Ulman Lindenberger y sus colaboradores del Instituto Max Planck no se detuvo con este descubrimiento. Además, los científicos, quisieron saber qué sucedía en la actividad cerebral de los músicos cuando una pareja de guitarristas interpreta una pieza musical con dos partes bien diferenciadas.

En concreto, el objetivo era averiguar si la sincronización de las ondas cerebrales se produce incluso cuando dos músicos no tocan exactamente las mismas notas.

De ser así, este hecho resultaría incompatible con la suposición de que las similitudes en la actividad cerebral entre dos guitarritas que tocan al unísono es debida a la percepción de los mismos estímulos o a la ejecución de los mismos movimientos. Además, supondría que los cerebros se sincronizan para impulsar la coordinación de acciones conjuntas.

Para probar su hipótesis, los científicos organizaron a 32 guitarristas experimentados en 16 dúos. A estos músicos se les colocaron en total 64 electrodos en la cabeza, lo que permitió registrar la actividad de sus ondas cerebrales en diferentes regiones del cerebro. Después, a los participantes se les pidió que tocaran 60 veces la misma secuencia de una sonata de Christian Gottlieb Scheidler.

Pero, en estas interpretaciones, a ambos miembros de cada dúo se les asignaron tareas ligeramente distintas: por un lado tenían que tocar a dos voces, y por otro a uno de cada dos se le asignó un papel de liderazgo, para asegurar que ambos comenzaran al mismo tiempo y mantuviesen el mismo tempo.

La diferencia entre el director y el seguidor de cada dúo se reflejó en la actividad eléctrica captada por los electrodos: "En el intérprete que tomaba la iniciativa, la sincronización de las ondas cerebrales medidas con un solo electrodo resultó más fuerte, y estaba presente antes de que el dúo comenzara a tocar", afirma Johanna Sänger, primera autora del estudio.

Esto se produjo especialmente en las ondas delta, que se encuentran en una gama de frecuencias inferior a cuatro hercios. Este hecho “podría reflejar la decisión del intérprete director de empezar a tocar”, cree Sänger.

Coordinación cerebral en otras actividades

Los científicos también analizaron la coherencia entre las señales registradas por los diferentes electrodos conectados a la cabeza de los intérpretes de cada dúo. El resultado fue sorprendente: cuando los músicos tenían que coordinar activamente su interpretación, lo que sucede sobre todo al comienzo de una secuencia, las señales recogidas por los electrodos frontal y central se sincronizaban claramente.

Sanger explica que cuando coordinamos acciones con otras personas se forman “pequeñas redes (neuronales) en el cerebro y entre los cerebros, especialmente cuando estas actividades precisan una alineación temporal, como sucede al interpretar una pieza de música”.

Los datos obtenidos indican, por tanto, que las redes intercerebrales conectan áreas de ambos cerebros, unas regiones que previamente ya habían sido relacionadas con la cognición social y con la producción musical.

Los investigadores creen que la activación de estas redes intercerebrales se produciría no solo cuando se interpreta música. Según Sänger “pensamos que las ondas cerebrales de personas diferentes también se sincronizan cuando estas realizan de manera coordinada otro tipo de acciones, como algún deporte o durante la comunicación”.

¿Qué sucede en la interacción social?

Si tenemos en cuenta otro estudio, realizado en 2010 por científicos de varios centros de investigación franceses y publicado por la revista PlosOne, Sänger estaría en lo cierto, al menos en lo que a interacción social se refiere.

Esta investigación previa, realizada con 18 participantes que fueron organizados por parejas, fue realizada con tecnología EEG (electroencefalograma) dual y con vídeo, y consistió en registrar la actividad cerebral de los voluntarios mientras estos imitaban los movimientos de mano de sus compañeros.

Los resultados del análisis de los datos obtenidos en este otro caso revelaron que dichas imitaciones se correspondieron con la emergencia de una red intercerebral de sincronización en la gama de unas ondas cerebrales similares a las alfa, las llamadas ondas “mu” (que han sido observadas sobre la corteza motora del cerebro, y se atenúan con el movimiento e incluso con la intención de moverse).

La red intercerebral apareció en las regiones centroparietales derechas del cerebro, de las que se ha sugerido que juegan un papel clave en la interacción social. En este caso, afirman los científicos, las ondas mu actuaron simétricamente como centros funcionales clave de la red cerebral interindividual.(fuente/Tendencias21)